AIQS NEWS 83 (CAST)
38 39 AIQS News 83 AIQS News 83 Una cosa que se preguntaba en los formularios es donde te alojarías. El formulario estaba previsto para poner una dirección postal (calle y número). Al entrar por Newark, cuando tuve que rellenar el formulario no encontraba donde podía explicar que iría a dormir a un barco francés que atracado al puertodeTampa. Intenté pasar dos veces habiendo puesto la información como buenamente pude y ambas veces una funcionaria me rompió el papel y me volvió a enviar a hacer la cola. En el tercero ya empezaba a estar preocupado por si perdía la conexión aérea con Tampa. Intenté pasar delante de otro funcionario, que también me dijo que lo había hecho mal, pero me corrigió el papel y me dejó pasar. Salimos de Tampa con un poco de retraso y fuimos a La Habana. Allí teníamos que recoger a unos científicos cubanos porque algunos testigos sedimentarios se tenían que coger en aguas de interés comercial cubano. La entrada en barco en La Habana es magnífica. El puerto está situado al fondo de un estrecho de poca anchura, como si fuera una botella de cuello muy largo. Al entrar, se ven cañones antiguos a ambos lados del estrecho. Los colonizadores que eligieron este lugar como capital de Cuba ciertamente lo hicieron porque el puerto era fácil de defender. Al llegar a La Habana, por la tarde, subieron los científicos cubanos y lapolicía. Todos esperábamos que, una vez hechos los trámites aduaneros, podríamos dar una vuelta por la ciudad. Al cabo de una hora, el director científico de la expedición me llamó por si lo podía ayudar a traducir lo que querían los cubanos, que no lo entendía del todo bien. Fui a la sala de reuniones y me encontré una discusión entre el jefe de la policía y el capitán del barco. El capitán quería que la tripulación pudiera salir a dar una vuelta por La Habana porque hacía casi dos meses que estaban en el barco y en Tampa no les habían dejado salir porqué la mayoría tenía nacionalidad de Madagascar. El jefe de la policía decía que esto no estaba previsto y que no había papeles para dejar salir a nadie, que solo llevaba formularios de visados para una o dos personas. Los oficiales franceses pensaban que la policía cubana quería alguna propina para arreglar el tema. Yo ya había estado en Cuba antes por temas de investigación y sabía que no era el caso. Los cubanos podían ser pobres, pero la cosa no iría por aquí. Tenía sentado el capitán del barco a mi izquierda, él me decía en francés lo que le tenía que decir al jefe de la policía en castellano, que estaba sentado justo a mi derecha. En unmomento de la discusión, el capitánme dijo: “Dile que ahora rompo todos los acuerdos que teníamos, que me llevo los equipos que teníamos que dejar en La Habana y que nos marchamos”. Cuando me dijo esto pensé: “Este tío es capaz de crear un conflicto diplomático de narices. Estamos en un barco francés, pero en aguas cubanas, quizás la policía se retirará del barco, pero este barco y todos nosotros podemos quedar bloqueados en el puerto de La Habana por mucho de tiempo.” Entonces, sin importarme si el capitán lo entendería o no, le dije al jefe de policía: “Pregunta el capitán si, en caso de que hagamos fotocopias de los formularios de entrada, podrá salir la gente”. El jefe de la policía me respondió sorprendido: “¿Tenéis fotocopiadora en el barco?” (Esto era algo muy extraño en Cuba en aquel tiempo.) Le contesté: “Sí, ciertamente.” Y me dijo: “Bien, si se hacen fotocopias, se puede arreglar.” Se lo expliqué al capitán: “Dice el jefe de la policía que, si hacemos fotocopias de los formularios, podrán salir.” El capitán, convencido que su amenaza había tenido éxito, respondió: “De acuerdo.” Así que le trasladé la respuesta al jefe de la policía: “Dice que está de acuerdo.” El jefe de la policía, sin embargo, añadió: “Ahora bien, hacen falta dos formularios por persona.” Y le respondí: “No se preocupe, haremos más fotocopias.” Ciertamente, se organizó una cola enorme de toda la tripulación (los marineros los primeros) para rellenar las fotocopias, mostrar el pasaporte a la policía que estaba en el barco y poder salir. A pesar de esto, los trámites eran muy lentos. Los policías a veces decían: “Pero aquí el nombre no está bien puesto, aquí falta la dirección.” Como que ya se había roto el hielo, les dije: “Miren, ninguna de estas personas se quedará en La Habana cuando se marche el barco, pueden estar muy seguros”. Y cedieron. Así pudieron bajar la tripulación, los estudiantes y los científicos (entre los cuales yo) a dar una vuelta por La Habana aquel anochecer y aquella noche. Atendido el éxito, se me asignó el papel de traductor para los científicos cubanos que habían venido en el barco durante los trabajos de muestreo de los sedimentos marinos. Cuando ya se estaban extrayendo, se me ocurrió preguntar a los cubanos: “¿Y cómo sabemos que ahora somos en aguas de interés comercial cubano?” A la cual cosa me respondieron: “No tenemos ni idea.” Lo pregunté a los franceses, y tampoco lo sabían. Ante la situación, decidimos acelerar al máximo las tareas de muestreo, no fuera caso que se nos presentara un barco o un avión norteamericano. En esta campaña de muestreo hubo muchas más anécdotas. Atravesamos el ecuador y entonces el pasaje (estudiantes y científicos) tuvimos que pasar unas bromas bastante duras que nos organizó la tripulación (una técnico se rompió un brazo). Las superé y ahora ya tengo el título de persona que ha atravesado el ecuador en barco. Me puede ser muy útil para la próxima vez que lo haya pasar, porque me dejarán más tranquilo. Pero esta parte quizás la dejaremos para otro día. Així són Así son The way they are Joan O. Grimalt Promoció 1978
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