En recuerdo del Dr. ALBERTO BARRERA BERRO, S.J. profesor emérito de IQS
El P. Barrera fue un gran profesor, un gran compañero y un gran maestro.
Como profesor sus clases eran amenas, llenas de conocimiento y siempre con su espíritu crítico, pero también con un punto de picardía. Él fue el encargado, a partir de 1966 y hasta finales de los 90, de ilusionar a los alumnos de cuarto del entonces llamado Instituto Químico de Sarrià, con la Ingeniería Química.
Todos recordamos sus problemas y sus apuntes en papel amarillo y tamaño americano, recuerdo de su estancia en la Columbia University entre 1964 y 1969 cuando hizo la Tesis Doctoral.
Y sí, habéis leído bien, el P. Barrera tuvo que compaginar la culminación de su tesis doctoral en Nueva York con las clases en IQS, lo que le alargó la duración física de la tesis, convirtiéndola en lo que ahora llamamos una ‘tesis a tiempo parcial’. Y esto por obediencia a la Compañía, ya que había habido un pequeño descalabro en el departamento de Ingeniería Química y había que rehacer el desgraciado departamento. Su paciencia, constancia y mucha mano izquierda consiguieron el objetivo deseado: rehacer ese departamento.
Justo terminada la tesis doctoral, tomó las riendas del departamento de Ingeniería Química y no las dejó hasta 1998, 28 años más tarde. Son muchos años de dirección continuada y a veces agotadora, pero él nunca lo transmitió así. Tenía la madera de las personas de su tiempo, con gran sentido del trabajo y de la dedicación, pero siempre con alegría por mejor servir a los hombres y mujeres y a Dios.
Como sabemos, es normal que con tantos años ocurran cosas inesperadas. Al llegar al inicio de la década de los 80, faltaban doctores en su departamento. Sus profesores no conseguían terminar sus tesis doctorales. El Dr. Miquel Montagut, SJ, entonces el director del Instituto Químico de Sarrià, les dio un pequeño ultimátum. El resultado fue la incorporación de 3 doctores en Química Orgánica en su departamento de ingeniería. Lo que hubiera podido ser un desastre descomunal, fue buena solución gracias, otra vez, a la bonhomía e infinita paciencia del P. Barrera.
Como dicen profesores de ese momento, “él nos acogió con alegría y sobre todo con ganas de construir un nuevo departamento, pero con la marca de la casa: haciendo las cosas bien hechas. Nos abrió las puertas que él ya había ofrecido a los profesores novatos, y enseñaba todo lo que él sabía, haciéndonos sentir como si siempre hubiéramos estado con él”. Su ayuda llegó a algún profesor de la casa muy querido al que le daba miedo salir para abrirse a los Estados Unidos.
Desde sus inicios, el P. Barrera aprovechó lo que había en el departamento para que los alumnos de Ingeniería Química estuvieran en contacto con la realidad industrial. ¡Quién no recuerda la planta de purificación de la cafeína, o la caldera de vapor para las prácticas, o la unidad de micronización! Consiguió un taller mecánico para realizar, modificar y reparar las instalaciones y los equipos, los de investigación y los de las prácticas. Fue un trabajador incansable.
Un rasgo que quizás no todos experimentaron porque tenía lugar por las tardes era a la hora de Vísperas que, normalmente las rezaba en su despacho de la planta piloto, pasadas las 6 de la tarde. Tampoco era muy estricto que siempre fuera la misma hora, dependía de las obligaciones del día. Esto significa que el día que menos te lo esperabas podías entrar en su despacho y dejaba su oración para atenderte fuera cual fuese el motivo que te llevaba a abrir su puerta: las personas eran siempre lo primero. Sobre todo las primeras veces, siempre decía, “no sufras y di qué necesitas, yo sigo después, que tengo todo el tiempo del mundo”.
Hacia finales de los años 80 principios de los 90, el departamento de Servicios Técnicos, el precursor del actual IQS Tech Transfer, necesitaba el relevo de su jefe y quería aprovecharse para ampliar su alcance. El P. Barrera fue el escogido para iniciar esta transición. De nuevo, su humildad, capacidad de trabajo y cuidado de las personas lo hicieron posible.
Durante estos años, recordemos que el Instituto Químico de Sarrià era el único centro de educación superior que impartía los estudios de Ingeniería Química en España. Por eso, algunos jesuitas como él (como el P. Rafael Queralt) iban a todas las escuelas jesuitas de una zona de España a promocionar estos estudios. El P. Barrera tenía la zona norte, es decir desde Zaragoza hasta La Coruña, pasando por Navarra, La Rioja, Castilla la Vieja y regresando por Asturias, Santander y País Vasco. En quince días hacía muchos kilómetros y muchas presentaciones, siempre con su coche, que no era demasiado grande ni lujoso. Cuando volvía, en la primera reunión de departamento, nos lo explicaba satisfecho compartiendo un suculento queso de Cabrales comprado expresamente para nosotros. ¡Estaba riquísimo!
Uy, nos olvidábamos de una actividad que también era única en su tiempo: las visitas a las empresas que se hacían en quinto de Ingeniería Química. Fue pionero, no se hacían en ninguna otra intensificación, o se hacían unas pocas, mientras que en la de Ingeniería Química hacían unas 10 en cada curso. Era un complemento extraordinario y único para ver la magnitud de los equipos industriales y aprender, de la mano de los ingenieros que trabajaban, los problemas reales de su día a día. Como no podía ser de otra forma, había conseguido que estas mismas empresas nos obsequiaran con una exquisita comida, normalmente en un restaurante cerca de la empresa, al terminar la visita. Además de la agradable sorpresa, nos permitía seguir hablando con los industriales, casi siempre antiguos alumnos de IQS, y seguir aprendiendo. Pero el P. Barrera no iba solo, sino con todos los profesores del departamento que pudiéramos acompañarle. ¡Todo un lujo y un constante aprendizaje!
Ya terminada su labor docente, le empezaron a llover cargos de aún más responsabilidad. De todos ellos, seguro, seguro que lo que más le complacía fue el que tuvo, una vez terminada su labor de dirección de departamento, era la de Student Advisor, como tiene recogido actualmente en su perfil de LinkedIn. En este perfil no encontrará ninguno de los cargos que hemos leído en su esquela, Vicepresidente del Patronato del Instituto Químico de Sarrià de 1999 a 2020 o Secretario General de la Fundación Empresas IQS de 2004 a 2020. Esta es la importancia que daba a su ser consejero de los estudiantes.
Fue un pionero en el uso del teléfono móvil. A partir de 1998 tenía, primero en su primer ordenador y en cuanto fue posible en su móvil, registrados a todos los alumnos que entraban por la puerta para hacer primero de cualquier estudio, y conservaba sus datos para siempre. Sabía los nombres de todos y cada uno de ellos, lo que habían escrito al entrar en el test de ingreso y su fotografía. Tenía una memoria envidiable, pero sobre todo una gran humanidad. A menudo lo encontrabas con un grupo de estos alumnos en la cafetería tomando un café aprovechando el tiempo de descanso entre clases y sobre todo por las tardes después de la hora del almuerzo.
Por si no tuviera suficiente trabajo, fue el Ministro de la comunidad jesuita que había en el IQS, durante 53 años: desde que se incorporó (¡en 1966!) hasta que se cerró el año 2019. 53 años sirviendo a la comunidad con su constante espíritu de servicio y de acogida.
Los últimos años han sido duros por su progresiva e imparable pérdida de facultades.
San Pablo tiene unas frases tremendamente fuertes y llenas de vigor, que nos sacuden si las tomamos en serio: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la muerte violenta?”
En el caso de Alberto podemos añadir: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La demencia? ¿La pérdida de facultades? ¿El ver transformada la manera de ser por una degradación neuronal?” ¡No, ni eso nos aparta del amor de Cristo! Alberto, seguramente sin ser demasiado consciente, en estos últimos años donde su salud y su mente se han ido ablandando, ha seguido profundamente amado por Cristo. Y no por lo que podía hacer, no por méritos, sino por puro regalo de Dios en lo que Alberto, quizá sin grandes alocuciones, creía.
Y en su funeral, hemos oído en el Evangelio la gran y preciosa promesa de Jesús: “Os tomaré conmigo, para que también vosotros estéis allí donde yo estoy”.
Encomendamos pues al P. Barrera al Dios de la vida, para que ahora, traspasado el umbral de la muerte, sea acogido, como él hacía tan bien, y pueda disfrutar de la luz del Señor, y velar por su templo para siempre.
Señor, acoge a Alberto y oriéntalo en la nueva vida, restaurado de sus limitaciones, que se encuentre tan bien acogido como él acogió a tantos y tantas jóvenes en los inicios de una nueva etapa. Que disfrute para siempre de la claridad de tu mirada. Amén.
14/11/2024
Rosa Nomen, profesora emérita de IQS, y Llorenç Puig, sj