Elogio de dos Maestros

Dijo el poeta que: “Al andar se hacer camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar” sin embargo, esta senda junto al sentido melancólico que le confiere el poeta tiene una riqueza de recuerdos y experiencias tan grande que ciertamente, en ocasiones conviene… volver la vista atrás.

Viviendo en una sociedad tradicionalmente ligada al sistema métrico decimal, parece que los aniversarios “redondos” de una efeméride sean los momentos oportunos para hacer un alto en nuestro camino, volver la vista y revivir aquellos años, sus anécdotas, experiencias y características.

Estos días hace 40 años que acabábamos nuestros estudios de Ingeniería Química en el I.Q.S. y existen razones suficientes para celebrarlo y para echar la vista atrás. Todos nosotros hemos superado los sesenta años. Comenzamos nuestro caminar por la Química en el año 1960, en un mes de octubre en el que, por enigmática coincidencia del destino, se celebró un Congreso de Química Industrial en Barcelona. Nuestra relación con la Química tiene pues unos 45 años de existencia, aproximadamente el 70% de nuestra vida y en la mayoría de los casos una duración mayor que la que hemos tenido con nuestro cónyuge, incluyendo el noviazgo.

Dentro de diez años, posiblemente celebremos otro aniversario “redondo” pero las leyes de la vida y del mercado laboral nos hacen pensar que para entonces el camino junto a la Química activa se haya terminado para nosotros.

Ha sido un camino largo, personal e íntimo. Cada uno de nosotros lo ha andado a su ritmo y lo ha rodeado de experiencias personales que lo justificaban y enriquecían. No quiero referirme a ellas dada su legítima intimidad, sino a esas otras experiencias comunes que vivimos durante nuestra época universitaria. Contempladas ahora, lo primero que salta a la vista son los grandes cambios escénicos que han ocurrido.

  • El desarrollo tecnológico sitúa nuestra estimada regla de cálculo más cerca de los ábacos griegos y egipcios que de los potentes ordenadores actuales.
  • El estado del bienestar y el cuidado del medio ambiente han desprestigiado a la Química en su concepción popular. Actitud fomentada irresponsablemente por medios de comunicación.
  • Esta denostada Química ha contribuido profundamente al estado del bienestar y al incremento de la esperanza de vida que hoy en día se disfruta.
  • La mejora de todo tipo de comunicaciones permite una Globalización que aprovecha los desequilibrios de renta para deslocalizar producciones a zonas de menor costo y menor exigencia medioambiental.
  • La situación política de España ha cambiado profundamente en estos últimos 40 años.

No debemos realizar comparaciones ni mucho menos emitir juicios, sólo constatar un elevado grado de cambio escénico que no parece tan acusado al nivel más profundo de los valores.

Nuestros hijos se parecen mucho a nosotros, aunque seguramente gozan de mayor libertad y capacidad de consumo, de forma similar a lo que ocurrió entre nosotros y nuestros padres. Existe probablemente una crisis de ideologías en las zonas más civilizadas pero los valores de trabajo, constancia, organización, responsabilidad, eficacia, honestidad, lealtad, sinceridad, solidaridad y entereza mantienen su sentido y su condición de valores.

Nuestro paso por el I.Q.S. ha sido una etapa importante en este caminar. Allí aprendimos algo más que meros conceptos fisicoquímicos, reglas de la IUPAC, cálculos de nomogramas, métodos de análisis, ecuaciones matemáticas y enlaces químicos.

Allí practicamos muchos de los valores humanos mencionados y añadimos valores profesionales tales como el análisis de las situaciones, el diagnóstico, la búsqueda de información, en definitiva, algo tan simple como saber leer el enunciado de un problema, pero que si no se practica resulta absurdamente difícil.

Allí éramos un grupo de 43 estudiantes (eso creo), lo cual permitía una relación profesor-alumno muy buena.

Allí dedicábamos al trabajo práctico de laboratorio un número de horas superior al de las clases teóricas. Algo que luego se nos ha presentado como un invento de las Escuelas de Negocios americanas y que se ha exportado a este lado del Atlántico con la enseñanza basada en casos prácticos.

Allí debíamos organizarnos, buscar en la Biblioteca, trabajar en el laboratorio, atender en clase, estudiar en casa y realizar trabajos y seminarios sobre temas especiales.

Al recordar y analizar todo ello, nos sentimos en deuda con todos aquellos que contribuyeron no sólo a enseñarnos Química sino también a formarnos como Químicos. Queremos hacer extensivo nuestro agradecimiento a todos ellos, desde los profesores y auxiliares a los administrativos, bibliotecarias y encargados de material, pues todos ellos hicieron algo que parece muy sencillo, realizar correctamente su misión, pero que en la realidad requiere calidad y constancia.

El motivo principal de estas líneas es expresar nuestro agradecimiento de un modo muy especial a dos personas: El Padre Pedro Ferrer Pi S.J. y el Padre Miguel Montagut S.J. en quienes se concretan por una parte la doble faceta pedagógica y formativa y por otra parte la dirección y coordinación de todo el grupo humano. El Padre Ferrer Pi siempre ha sido de constitución delgada, posiblemente algo introvertido, pero activo, con buen nervio y carisma. Es posible que, con mayor tendencia a la teoría, buena oratoria y nuestro profesor de Química Inorgánica.

El Padre Montagut tenía una constitución más importante, más extrovertido, pero igualmente serio y respetable. Sabía no sólo mantener su actividad en varios frentes, sino incluso impulsar continuamente nuevas actividades.

Este breve esbozo permite contemplar como personalidades claramente diferentes se complementaban perfectamente obteniendo un magnífico resultado. Sin duda, el espíritu de servicio de ambos facilitaba mucho este entendimiento. Pero aparte de sus buenas cualidades como gestores, debemos resaltar especialmente su valor humano y pedagógico. Tanto en el P. Ferrer Pi como en el P. Montagut el hablar era prácticamente sinónimo de enseñar. Ya fuese en clase o en el laboratorio, en su despacho o en el pasillo, sus palabras siempre tenían una lección, un consejo, algo nuevo que aprender.

Su trato no por ello era altivo o distante, sino muy al contrario, llano y fácilmente comprensible para nosotros. Su inquietud por la calidad e innovación eran evidentes aunque se expresasen de forma distinta en función de las diferentes misiones encomendadas. La planta piloto, los métodos analíticos instrumentales tales como la cromatografía, la polarografía y el análisis térmico diferencial, los cursillos sobre medida y duplicación de color, de cromatografía o de informática son meros ejemplos de este interés en la calidad y actualidad de la enseñanza. Al participar en ellos conocíamos nuevas técnicas y, además, sutilmente, nos enseñaban la necesidad de la formación continuada, de la actualización de conocimientos que debería acompañarnos toda la vida.

Todo esto no era evidente para nosotros en aquel momento. En ocasiones, “los árboles no dejan ver el bosque” y es necesario alejarse unos años para volver la vista atrás e ir advirtiendo todos estos matices y valores. Tampoco pretendemos ensalzar una época en detrimento de otras. Nos consta que la calidad en la formación humana y química de sus alumnos ha sido una constante en los 100 años de historia del I.Q.S. y que este elogio puede extenderse a los directivos pasados y presentes. Pero nosotros vivimos en aquellos años sesenta y nuestro recuerdo y homenaje necesariamente va dirigido a estos dos Maestros.

Ahora que se intenta que palabras tales como enseñanza, conocimiento y profesorado sustituyan a otras tales como educación, formación y magisterio que sin duda tienen mayor riqueza, pero también mayor nivel de responsabilidad y dedicación, es un inmenso placer evocar a estas dos personas y referirse a ellas como Maestros, con mayúscula.

Tras 40 años, cuando vamos al I.Q.S. muchas cosas han cambiado (casi todas), pero si nos adentramos en aquel pasillo (el de los laboratorios) con azulejos azules a cada lado y unas pequeñas vitrinas de madera y cristal que guardan aun pequeños frascos de aceites esenciales, entonces comenzamos a recordar. Luego, el pasillo gira hacia la izquierda y cambia su decoración por azulejos blancos con motivos de hojas de árbol. Cada varios metros, los azulejos se interrumpen con la estructura de una viga que sobresale de la pared. Son las mismas vigas que veíamos cuando estudiábamos. Los recuerdos comienzan a cobrar vida y no es difícil ver al P. Ferrer Pi y al P. Montagut, atravesando el pasillo, entrando en un laboratorio, saliendo de la biblioteca, hablando con algún profesor, enseñando algo a un grupo de alumnos, todo ello dentro del movimiento general formado por unas doscientas personas yendo y viniendo al laboratorio, a la biblioteca, al almacén de productos y material…

Sin duda el espíritu de estos Maestros permanece y permanecerá en el I.Q.S. al igual que los frutos de su trabajo. A ambos nuestro mayor agradecimiento por su Magisterio, por sus enseñanzas, sus consejos, su ejemplo y su dedicación.

Barcelona, a junio de 2005.

J. ENRIQUE BAIXAS (DELEGADO)

Carta responent a “Elogio de dos Maestros”

Elogi d’uns Enginyers Químics de l’IQS

Estimats i benvolguts amics i amigues:

He rebut de vosaltres una carta compartida amb la de Miquel Montagut SJ., que -com sabeu- té una malaltia que no li permet manifestar totes les seves energies. Tots hem de correspondre a la vostra afectuosa carta amb molt de gust.

El que desitgem manifestar-vos és que l’escrit Elogio de dos Maestros, entregat per J. Enrique Baixas, per Helène Bloch, per Enric Julià i Pedro Porcel, sigui per a tots dos un regal que supera àmpliament el que mereixem. Quan un Mestre té una autèntica vocació i ha tingut també uns alumnes autèntics, potser és una delícia per a l’estudiant, però per als Mestres encara supera el plaer i la delectació.

I encara afegiria que, si a més d’algunes classes magisterials i d’unes pràctiques sèries de laboratori, si s’està fent un inici de petites investigacions o de manipulacions “científiques” d’aparells, hom podrà “divertir-se” i de disfrutar molt. Per cert, se m’ha dit que l’autor de “Elogio de dos Maestros” és J. Enrique Baixas. Jo el que puc dir és que J. Enrique sempre escrivia clara i correctament. La qual cosa no vol dir que no poguessin fer-ho alguns altres de la Promoció de 1965 de l’IQS. Li desitgem felicitats. Si tinguéssim entre nosaltres Carme Domenech que tots recordem…(a.c.s.)

Comencem a acabar. Ens expliquem. ¿Ho heu pensat? Es tracta de celebrar-ho tots o quasi tots. Valdria més que en reuníssim per a dinar o sopar quasi tots, que no pas que hi anessin pocs. Si alguns poguéssim ajudar, tot es podria arreglar.

Acabem, dient-vos un cop més de felicitats a tots. I com les pregàries són gratuïtes, pregarem per tots, especialment per aquells/es, que més ho necessiten. Una abraçada a cadascú.

P. Ferrer Pi SJ

Institut Químic de Sarrià, (29/9/05)

P. Miquel Montagut SJ

Promoción IQS 1965