Mirando más allá. ¿Qué prefieres ser: resultado del azar o de un proyecto?
Esta pregunta podemos hacérnosla todos; también se la planteó Jacques Lucien Monod, premio Nobel de Fisiología en 1965, al publicar en 1970 el libro Le hasard et la nécessité (El azar y la necesidad).
Todo científico tiene la tentación de hacer filosofía, o cae en ella, partiendo de sus resultados: las verdades científicas lo son provisionalmente, mientras la capacidad de medición y observación no vaya más allá del ámbito en el que se han realizado las experiencias y mediciones. El libro de Monod conduce a esta conclusión: el ser humano se encuentra en la inmensidad insensible del universo, del cual surgió, tan solo, por casualidad.
No tengo ninguna pretensión de corregir al científico Monod, pero sí discrepo de las conclusiones a las que puede inducir su tesis de pensamiento.
Evidentemente, soy evolucionista y acepto la teoría del Big Bang como explicación del origen del universo, de nuestro universo. No obstante, según Monod, ¿tú, yo, nuestros amigos y toda la comunidad humana no somos resultado de un proyecto o consecuencia de un diseño a largo plazo con sentido? ¿Somos fruto del azar?
Pero, ¿qué dicen las matemáticas sobre el azar?
El azar es un término utilizado para calificar aquellos hechos que no es posible determinar o anticipar utilizando la lógica o cualquier tipo de análisis. El azar es un conjunto de causas no conocidas con el resultado de un efecto imprevisible, que no está regido por las leyes de la naturaleza ni por la voluntad humana consciente.[1]
Todos sabemos que el único algoritmo (acción u operación lógica segura) para conseguir “El Gordo” de Navidad es adquirir absolutamente todos los números, motivo por el cual yo nunca compro lotería: ¡Ni un solo número!
Como resultado de la gran explosión en el origen del universo, todas las combinaciones de las partículas elementales de materia son posibles de acuerdo con el azar.
Evidentemente, si reducimos el azar al ámbito o sentido matemático, estoy de acuerdo con Monod. Pero yo busco una interpretación alternativa; por eso hago el esfuerzo de salir del dominio de la estricta racionalidad, y tengo la osadía de entrar en la dimensión de los sentimientos y del misterio, aceptando el riesgo que ello conlleva.
Con esta opción, llego a la conclusión de que soy, o somos, el resultado de un azar creativo con finalidad y proyecto. Este singular y especialísimo Azar Creativo, que yo intuyo y reconozco, queda fuera de la definición matemática y, seguramente, de la idea de Monod sobre el origen de nuestro universo y de la especie humana.
Ahora ya conocéis mi particular argumentación para dar respuesta a la cuestión del título de este escrito: yo me considero resultado (o fruto) de un proyecto (o creación) con sentido que justifica una mirada de Esperanza.
¡Ojalá esta reflexión genere debate o discrepancias: nos enriquecería a todos!
[1] Diccionario de Filosofía (en castellano). 1ª ed. Barcelona: SPES Editorial (edición especial para RBA Editoriales), 2003, p. 4 (Biblioteca de Consulta Larousse). ISBN 84-8332-398-2.
Miquel Gassiot Matas, Adriana Pintori Olivotto