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Desde la inauguración oficial del camino, por el registro
de Manresa han pasado más de 520 personas a recoger
el diploma final o ignaciana, a pesar de que sabemos de
muchas otros que lo han hecho, pero que, por una cuestión
de horarios o de disponibilidad, no han pasado a buscar
el diploma. También hay gente que divide el camino por
años, puesto que, para lograr las 27 etapas, se necesita
dedicar, como mínimo, un mes. Un dato curioso es que del
total de peregrinos que han hecho el camino, el 40% eran
extranjeros.
Usted ha sido uno de los responsables de la definición y la
puesta en marcha de la ruta. ¿Cómo se llevó a cabo?
A finales del 2010, cuando volví de Marruecos, donde estuve
tres años trabajando al servicio de los refugiados (JRS) de la
Compañía de Jesús, y decidimos poner en marcha el camino
Ignaciano con el fin de explicar la figura de san Ignacio a la
sociedad. Me puse en contacto con Jaime Badiola, un jesuita
del País Vasco, y Christopher Lowney, un escritor de Nueva
York que quería escribir una guía sobre el peregrinaje de san
Ignacio. Entre los tres dibujamos el itinerario y las etapas
por donde tenía que pasar, siguiendo la autobiografía de san
Ignacio. Todo, con la ayuda de varios jesuitas del País Vasco
que conocían a fondo el terreno de Euskadi. Estamos muy
contentos del resultado.
Con el proyecto en marcha, ¿qué retos de futuro se
marcan?
Continuar mejorando aspectos técnicos del camino, como,
por ejemplo, disponer de una red de albergues interesante
para los peregrinos, con el objetivo de llegar a ser un
camino de peregrinaje de referencia, como el de Santiago,
para que más gente se anime a participar y se beneficie
de poder iniciar un camino tan bonito como este. Por otro
lado, el camino Ignaciano es un primer paso de un proyecto
más ambicioso. Nos gustaría continuar con la vida de san
Ignacio y seguir el camino que él prosiguió por Francia e
Italia. Estamos construyendo la ruta ignaciana europea, que
tendrá un tramo lineal y tres puntos ignacianos importantes
más (Barcelona, París y Roma), para que después de hacer la
experiencia en Manresa el viaje del peregrino continúe.