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AIQS

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70

Així són

Así son

The way they are

“En la vida no se tiene que parar nunca. No he conocido

nunca el aburrimiento y no entiendo la gente que no

sabe cómo llenar el tiempo libre”

Desde que, con diez años, pisó por primera vez Colera, un pueblo de la Costa Brava, Adolf Almató

Barbany se convirtió en un amante incondicional del mar. Por eso, desde que se jubiló lo podemos

encontrar, día sí, día también, en el Club Natación Barcelona, donde aprovecha para relajarse ante

el mar y para practicar natación; a veces, en la piscina salada, y otras, incluso durante los meses

de invierno, en el mar.

ADOLF ALMATÓ. PROMOCIÓN 1954.

¿Qué es el que más le enamora del

mar?

El primer contacto que tuve con el

mar fue con diez años. Mi tío tenía

una finca de veraneo en Colera, en

la Costa Brava, donde mi hermano

y yo tuvimos la suerte de pasar

algunos veranos. Mi tío era un

pescador furioso y nos pasábamos

los días pescando con caña, en

barca... Allí aprendí a andar

descalzo por las rocas, una cosa que

me encanta y que hago siempre

que puedo, a pescar, a nadar... Y

desde entonces no he dejado nunca

de sentir esta pasión por el mar.

Incluso llegué a hacer un curso

de vela en el Club Natación de

Barcelona, del cual soy socio desde

el 7 de Julio del 1960.

Debe de ser uno de los socios más

antiguos, pues.

Seguro! Me apunté al club para

aprender a tirarme al agua de

cabeza, con unos amigos que

hice mientras era profesor de

física y química en una escuela

de Barcelona. Desde entonces,

hace más de 54 años, he visto

la evolución del club, que de ser

un club únicamente dirigido a

hombres, ahora se ha convertido

en un club con un ambiente muy

bonito, donde los fines de semana

vienen muchas familias con los

niños a desconectar del bullicio de

la ciudad y a pasar un buen rato en

el agua. El Club ha supuesto una

parte importante de mi vida.

¿Cuál es su relación actual con el

Club?

Vengo siempre que puedo; sobre

todo, desde que estamos jubilados.

Tanto mi mujer, Rosa, como yo

venimos asiduamente, antes

de comer, a hacer un poco de

natación. Normalmente, venimos

andando desde la plaza Tetuán, y

así andamos media horita. Después

comemos y la tarde la dedicamos

a cultivarnos culturalmente, ya

sea yendo al teatro, al Auditorio,

a alguna conferencia del Ateneu

Barcelonés, a sesiones de poesía...

En la vida no se tiene que parar

nunca. No he conocido nunca el

aburrimiento y no entiendo a la

gente que no sabe cómo llenar el

tiempo libre.

Tengo entendido que durante

unos años sustituyó el mar por la

montaña.

Cuando estaba cursando tercero

en el IQS, coincidiendo con la

muerte de mí tía de Colera, me

inscribí a los

Minyons de Muntanya

,

los boy scouts de la época, que

hacían excursiones, campamentos