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Opinió personal
Opinión personal
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Fe y Alegría: una gran historia, suma de muchas pequeñas historias
Como todo aniversario, la celebración de los
50 años de Fe y Alegría ha sido un momento
privilegiado para compartir y celebrar —con
la mirada siempre puesta en el futuro—, para
descubrir cómo podemos seguir contribuyendo
para mejorar la educación del país. Pero, por
encima de todo esto, ha sido una ocasión para
recordar y reconocer el trabajo de muchas
personas, educadores y padres de familia, que
dedicarongranparte de su vida a la construcción
de esta gran obra.
Por este motivo, cuando decidimos organizar la
celebración del aniversario, quisimos preparar
una fiesta en la que todos participaran. La
mayoría de las celebraciones se concentraron
en el mes de mayo, mes que coincide con el
aniversario de la muerte del profesor Humberto
Portocarrero, considerado por muchos el
fundador de Fe y Alegría en Bolivia. Los actos
tuvieron tal resonancia que, por momentos, se
convirtieron en un acontecimiento nacional.
Una obra construida a partir de la generosidad
y del compromiso de muchas personas
Para entender cómo nació y creció esta obra, es
necesario volver sobre la historia de aquellas
personas que estuvieron dispuestas a donarlo
todo. La historia comienza con el P. José María
Vélaz, un jesuita nacido en Chile, pero de raíces
españolas, que fue enviado como misionero a
Venezuela. Allí comenzó la experiencia de Fe
y Alegría, en uno de los suburbios más pobres
de Caracas, con un grupo de estudiantes
voluntarios y gracias a la donación de Abraham
Reyes, un albañil del barrio que decidió poner a
disposición de sus vecinos la casa donde vivía
con su familia.
Hoy, el programa de Fe y Alegría está presente
en 18 países de América Latina y comienza a
extenderse congranaceptaciónenel continente
africano. En el caso de Bolivia, respondía a una
necesidad del país en aquel momento, donde
la cobertura escolar apenas alcanzaba el 30 %
en el área urbana y menos de la mitad en el
área rural. Pero tampoco puede obviarse el
impacto que tuvo en este crecimiento el hecho
de que, desde un principio, las escuelas de Fe y
Alegría fueran consideradas por el Estado como
“escuelas de convenio”
(“concertadas” en
otros países), con un presupuesto que supera
los 60 millones de dólares.
Para gran parte de la población boliviana, hablar
hoy día de Fe y Alegría es hablar de calidad en
la educación y, como consecuencia, muchos
padres siguen esforzándose para inscribir a
sus hijos en nuestras escuelas. Actualmente,
las escuelas de Fe y Alegría atienden a un 9,6 %
de la población en edad escolar y, según los
datos estadísticos bolivianos, uno de cada cinco
bolivianos ha tenido relación con el trabajo de
nuestra institución alguna vez en su vida.
Responsables de la innovación educativa en
Bolivia
Durante estos 50 años, Fe y Alegría se ha
convertido en un referente para la educación
de Bolivia. En gran parte, se debe a que, desde
su fundación, ha impulsado experiencias
innovadoras con la creación de nuevos modelos
educativos. No solo ha innovado en la Educación
Regular introduciendo el concepto de calidad,
sino que ha incursionado en nuevas áreas,
como la educación especial, la desescolarizada
y la intercultural bilingüe.