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Quienes ya tenemos cierta edad recordamos
muy bien aquel trágico asesinato de seis
jesuitas a la Universidad Centroamericana
(UCA) del Salvador, la madrugada del 16 de
Noviembre del 1989, apenas una semana
después de otra fecha también difícil de
olvidar, la de la caída del muro de Berlín.
Precisamente este mes de Noviembre
celebramos el veinticinco aniversario de
aquella tragedia, no porque nos guste
recordar un hecho tan doloroso, sino porque
el significado de aquella muerte apunta
decididamente hacia la vida y hacia la
dignidad humana, y eso sí que vale la pena
rememorarlo e, incluso, celebrarlo.
Los seis jesuitas eran Ignacio Ellacuría,
Segundo Montes, Ignacio Martín-Barón,
Amando López, Juan Ramón Moreno y
Joaquín López y López. Aquella noche
también fueron asesinadas en la Casa de
los Padres la señora Elba Ramos, cocinera,
y su hija Celina, porque los soldados del
ejército salvadoreño no querían que hubiera
testigos, para hacer creer a la opinión
pública que había sido la guerrilla quién
había cometido aquella masacre; pero no
sirvió de nada, dado que otros trabajadores
de la universidad vieron los soldados, y
posteriormente atestiguaron contra ellos
ante las autoridades y la prensa. Hemos
dicho masacre. Aquel asesinato de los seis
sacerdotes y de dos mujeres aconteció el
símbolo de una masacre mucho más grande,
la de 75.000 personas al Salvador, y más de
200.000 en Guatemala, a menudo con un
ensañamiento de crueldad infinita.
¿Por qué fueron asesinados aquellos
hombres de paz? Precisamente, porque
trabajaron de manera incansable por la
justicia social en un contexto de estructuras
socioeconómicas postcoloniales, y por la
paz en plena guerra civil entre el ejército,
por un lado, con el apoyo de la oligarquía
nacional, el gran capital y la Administración
norteamericana Reagan - Bush, y, por
otro lado, la guerrilla —el FMLN, conocido
como el Frente—, con el apoyo de Cuba y
Nicaragua. Dos grandes conflictos históricos
se unieron en el Salvador, aquel pequeño
país de la extensión de la provincia de
Badajoz, conocido como el Pulgarcito de
Centroamérica: el conflicto norte – sur y
el conflicto este - oeste. El conflicto norte
- sur enfrentaba las mayorías populares
de los países del Tercer Mundo -el sur-
con las grandes potencias y las poderosas
multinacionales norteñas, principalmente,
norteamericanas; y el conflicto este - oeste
enfrentaba —en aquello que se denominó
Guerra Fría— el capitalismo occidental
con el socialismo de la Europa del Este, sin
olvidar China.
En el reparto del mundo de las dos grandes
potencias —los Estados Unidos y la Unión
Soviética—, la América Latina quedaba en el
lado americano, pero, en los sesenta, setenta
y ochenta, varios movimientos de protesta
en contra de las desigualdades económicas
y sociales fueron duramente reprimidos por
los ejércitos nacionales, con asesoramiento
norteamericano. Cuba consiguió escapar del
control de los Estados Unidos y, veinte años
después, también Nicaragua: el presidente
En el 25º aniversario del asesinato del P. Ignacio Ellacuría, SJ
La ciencia, al servicio de los pobres de la Tierra
Celina Ramos
Julia Elba Ramos
Amando López
Juan Ramón
Moreno con
Pedro Arrupe
Ignacio Ellacuría
Joaquín López
López
Nacho Martín Baró Segundo Montes
con Monseñor
Óscar Romero