

29
AIQS
News
69
Notes d’història
Notas de distoria
Historical notes
norteamericano, Ronald Reagan, ordenó
que ningún otro país del subcontinente
cayera en manos de un gobierno de
izquierdas, y, dado que el Salvador
era la siguiente ficha en el dominó
revolucionario, puso el cortafuego para
evitar que el ejemplo salvadoreño se
propagara por toda la América Latina.
Por este motivo la represión y la guerra
civil fueron tan cruentas, en el Salvador.
De los seis jesuitas asesinados, sin duda,
el más conocido era Ignacio Ellacuría,
a pesar de que no podemos olvidar el
trabajo inmenso que hicieron todos a
favor de los pobres, de la justicia social y
de la reconciliación nacional, y otros que
afortunadamente no fueron asesinados
por este motivo. Ellacuría era un filósofo
y teólogo de prestigio, vasco de origen,
que rechazó una detrás la otra las ofertas
atractivas que le hicieron universidades
españolas para dar clases aquí. Sus
colegas españoles le dijeron, en 1969,
cuando hubo acabado la tesis doctoral,
que no se fuera al Salvador, sino que
se quedara en España, donde podría
desplegar mucho mejor su pensamiento
filosófico, dado que el pequeño país
centroamericano no era, ni de lejos,
tierra de grandes intelectuales.
Sin embargo, la filosofía de Ellacuría,
como la de su maestro Xavier Zubiri, se
centraba, precisamente, en el análisis de
la estructura dinámica de la realidad, y,
en un segundo momento, en el análisis
de la inteligencia sentent, la única capaz
de aprender la realidad en cuanto que
realidad. No tenía sentido elegir España
y dejar de lado el Salvador: si a él, hijo
de la obediencia de los jesuitas, le tocaba
vivir en el Salvador, sería allá donde
desplegaría su filosofía, su teología y su
pensamiento político. No se equivocó.
El resultado fue uno de los corpus de
filosofía, de teología y de análisis político
más impresionantes del siglo XX.
Ellacuría escribió mucho sobre la
función social de la universidad:
analizar la realidad para contribuir a
su transformación. Aquí, podríamos
concretar este pensamiento en la
ciencia: la ciencia tiene la función de
conocer la naturaleza, pero ¿con qué
finalidad? Quienes se ven sumergidos
en la investigación están casi siempre
convencidos de la bonanza del
conocimiento científico. Acostumbramos
a escuchar más o menos esto: “Conocer
cada vez mejor la naturaleza sólo puede