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AIQS

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75

Opinió personal

Opinión personal

Personal opinion

de mi juventud... No solo por

ser una gran persona, sino por

cómo enseñaba, lo fácil que era

entenderlo y la motivación que me

inculcó, obligándome a esforzarme

al máximo.

[Imprevisto: mientras hablaba,

alguien se levantó con cara

emocionada: era una chica joven

y bien parecida que me miraba

fijamente; y yo disparé a ciegas y di

en el blanco: ¡era nada menos que

Isabel, la hija de mi ídolo!]

Y entonces me lancé a explicar lo

que siempre guardé en secreto:

Estábamos en un examen de

problemas de Ingeniería Química

al

que

podíamos

llevar

la

documentación que consideráramos

necesaria para resolver los temas

planteados. Dicho material solo

podía manejarlo el interesado. No

lo recuerdo con exactitud, pero creo

que eran cinco problemas, tres de

ellos relativamente asequibles y dos

con un desarrollo más complicado

y largo (recuerdo que por aquel

entonces solo disponíamos de tablas

de logaritmos y regla de cálculo).

Empecé por uno de los fáciles y,

una vez acabado, di una ojeada a

uno de los “huesos” y... ¡sorpresa

sin límites!: ese problema estaba

exactamente en una de mis dos

libretas que tenía encima de la mesa

y, al comprobar el otro, vi que estaba

en mi segunda libreta.

Supongo que los “cerebros del

curso” debieron darse cuenta

del tema, pero me parece que mi

reacción fue única.

Por lo tanto, tenía un problema

acabado, dos en estudio y... ¡los más

difíciles en mis libretas!

Entonces me levanté y sin nada en

las manos me acerqué al Dr. Ribosa y

tímidamente le hice ver la situación

en la que me encontraba. Por su

mirada, enseguida comprendí que

todo ello no era un error, sino un

plan suyo muy premeditado.

A pesar de ello, insistí en plantearle

dosopciones: 1) Copiar en lashojasde

examen los que tenía en las libretas;

2) Entregar las mismas señalando la

situación de los mismos.

Respuesta

inmediata:

“Si

no

tiene nada más que hacer, copie

los problemas, pero procure no

equivocarse. Si tiene algo por acabar,

hágalo y deme las dos libretas junto

con el resto de problemas, pero no

me las dé ahora, sino dentro de un

tiempo prudencial. ¡Ah! No sufra

por sus libretas; se las devolveré en

cuanto verifique sus palabras.”

Escogí esta opción y fui el primero

en abandonar el aula con la mirada

sorprendida de mis compañeros.

Han pasado más de 60 años, pero

nunca olvidaré la mirada cómplice

que me dirigió al salir.

Quedé tan impresionado que decidí

que no podía fallar a la persona

que había depositado en mí su

confianza... y creo que lo conseguí:

para mí fue una gran satisfacción

haber obtenido la calificación de

sobresaliente en las dos parcelas

que dirigía mi héroe: en Ingeniería

Química y en el proyecto de fin de

carrera.

Prof. MASALLES:

Personalmente

me llevó a entender lo que era un

laboratorio de química, con sus

buenos conocimiento del tema y su

humildad en transmitirlos; eso que

los franceses llaman savoir faire.

Su manera de actuar rompía la

monotonía del trabajo manual, de

modo que el tiempo que lo tuvimos

como jefe de laboratorio lo recuerdo

aún con nostalgia después de tantos

años.

No me enteré de su fallecimiento

más que al leer la revista y ello me

llevó a escribir sobre él en estos

mismos términos. No he encontrado

la copia del texto y le agradecería

a Lidia que intente, si es posible,

encontrarlo en la revista AIQS donde

se publicó.

Padre Montagut, SJ:

Finalmente,

aunque con altibajos que acabaron

con signo positivo, quiero recordarlo

en mi iceberg como el ayudante del

Prof. Masalles, quien aprovechó el

cargo para aprender los entresijos de

esta faceta práctica de la química, en

paralelo con nosotros.

En segundo curso (1954), en Semana

Santa y un martes, 13 para más inri,

tuve un grave accidente de esquí de

montaña en el macizo de laMaladeta-

Aneto, que me tuvo ausente del IQS

durante más de veinte días lectivos,

hecho que, según la norma vigente,

nome permitía examinarme en junio.

El padre Montagut, tras una larga

reunión con mi hermano mayor,

consiguió que la directiva de

entonces (padre Salvador Gil y Cía.)

accediese como favor especial a no

aplicarme dicha normativa, lo que

me permitió examinarme en junio.

Salí airoso de la situación y solo dejé

voluntariamente la asignatura de

Cristalografía y, lógicamente, los

días de laboratorio perdidos. Todo

ello lo solventé bastante bien en

otoño de 1957 después de presentar

el proyecto de fin de carrera y

cumplir con los seis meses de oficial

en las Milicias Universitarias.

Estoy seguro de que solo la

intervención del padre Montagut,

que posteriormente fue el último

director jesuita del IQS, hizo posible

que salvase este inesperado escollo

que hubiera retrasado sobremanera

mi inserción al mundo laboral.

Hasta aquí mis recuerdos y anécdotas

de estudiante que nunca olvidaré y

que me ha apetecido compartir con

vosotros.

Ahora, me gustaría exponeros otra

faceta de mi vida que tengo muy

en mente, ya que es la que inicié

hace algo más de 17 años y que

afortunadamente mantengo en la

memoria.

Se trata de la época de jubilado, que

empecé a planear bastantes años

antes de llegar a este punto.