Previous Page  36 / 56 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 36 / 56 Next Page
Page Background

36

AIQS

News

72

marcada por las balas de tantas

matanzas, y llegamos a la tumba de san

Romero de América. (...) Arrodillado

ante la tumba, pedí al santo obispo

hermano que me hiciera fiel hasta el

final, libre hasta el final, pastor hasta

el final, pascual hasta el final…”

En el Centro Pastoral Monseñor

Romero Pere mantiene un amplio

diálogo “sobre el paso de Dios por

la América Central”. Y, a petición de

muchos, recita su poema a san Romero,

que escuchan “todos de pie en un

clima conmovido, y rezamos también

todos un padrenuestro y un avemaría a

la Señora de la Liberación”. Recuerda

como Mons. Romero les había pedido

“a todos, me pedía a mí, que fuéramos

pobres para ser libres; que nos

ayudaran, a los obispos, con la verdad;

que nos forzaran a estar más cerca del

pueblo, para ser más fieles al Dios de

Jesucristo...”.

Y antes de ir a hablar con Monseñor

Rivera y Damas aconsejó a los jóvenes:

“Que sean siempre capaces de soñar,

que se acerquen cada día más al

Pueblo y que sigan apasionadamente

a Jesucristo”.

Una visita fraternal, espiritual y

pastoral que se mantiene grabada

en el corazón del obispo Pere y

que vale la pena de contemplar,

porque se grabe también en

nuestro corazón y nuestra mente y

memoria.

3. “Nuestra misión”

Recordamos todavía el texto

central de la carta –testigo

martirial que escribe el arzobispo

de San Salvador al obispo Pere de

Sao Félix do Araguaia:

“Su

cálida

adhesión

anima

considerablemente la fidelidad a

nuestra misión de continuar siendo

expresión de las esperanzas y las

angustias de los pobres, dichosos de

correr como Jesús los mismos riesgos,

por el hecho de identificarnos con las

causas justas de los empobrecidos”.

Y el obispo Pere le confesaba

fraternalmente

en

su

Carta

abierta al hermano Romero, en

el veinticinco aniversario de su

martirio:

“Te recordamos tanto porque te

necesitamos,

Romero,

hermano

ejemplar. Tú nos animas, tú sigues

predicándonos la homilía de la

liberación integral. Tú sigues llamando

“cese la represión” a todas las fuerzas

represivas de la sociedad, a las iglesias,

a las religiones. Tú nos adviertes que

“el que se compromete con los pobres

tiene que recorrer el mismo destino

de los pobres: ser desaparecidos, ser

torturados, ser capturados, aparecer

cadáveres”, y nos recuerdas que,

comprometiéndonos con las causas

de los pobres, no hacemos más que

“predicar el testigo subversivo de

las bienaventuranzas, que lo han

cambiado todo”.

Confiabas –y no te defraudaremos–

que “mientras haya injusticia habrá

cristianos que la denuncien y se pongan

de parte de las víctimas”. Tu sangre,

como pedías, es verdaderamente

“semilla de libertad”.

Tu memoria no es simplemente

nostalgia

ni

una

veneración

sacralitzada que se queda en el

aire del incienso; queremos que

sea, haremos que sea, compromiso

militante, pastoral de liberación...”

(Carta abierta al hermano Romero, a

Cartas marcadas, pág. 320. Ed. Claret.

Barcelona, 2007)

.

“Nuestra misión”, que Romero

siente compartida con Pere

Casaldàliga, es acogida en “la

rebelde

fidelidad”

de

Pere

Casaldàliga:

• “(ser) Expresión de las

esperanzas y angustias de los

pobres”: ¿estamos de acuerdo

que esto forma parte esencial

de nuestro ser Iglesia de Jesús?

• “Dichosos de correr como

Jesús los mismos riesgos, por

el hecho de identificarnos con

las causas justas de los pobres”:

correr el riesgo que corrió Jesús,

el Testigo fiel.

Una fidelidad, pues, a prueba de

amenazas, a prueba de tiempo

y circunstancias, a prueba de

silencios cómplices del ámbito

eclesiástico o del ámbito político,

con el riesgo que esto comporta

y que tanto Romero como

Casaldàliga han vivido en carne

propia de maneras diversas, pero

muy cercanas.